Despacito por favor

Imagotipo para «yo viajo despacio», eslogan de la campaña que GW-creativos va a desarrollar en redes sociales para concienciar de la necesidad de disfrutar del presente como fuente de salud mental y física.
Lo mejor de tener que tomar una decisión es el descanso que se logra cuando ya se ha tomado. Para llegar a la acción hay que consumir energía. Una energía que nace en uno mismo gracias a los estímulos que cada uno usa para lograrlo. A veces nos pasamos de exigencia y la ‘batería’ se agota o deprime.
Algún mentiroso ha dicho que hay dos tipos de estrés, el bueno y el malo. Yo creo que eso es una falacia. El estrés siempre es malo.
Salir del espacio de confort nos obliga a estar muy atentos para lograr buenos resultados, por ejemplo, la obtención de un estímulo, que es pura energía. Sin embargo mantenerse en el terreno conocido puede llegar a dejarte sin carga por no estar enchufado.
Antes de la crisis era muy común lo de vivir de las rentas energéticas, vivir de la fama y echarse a dormir. Estamos hartos de ver personas aparentemente honorables que en realidad son ladrones y egoístas ejemplares.
Este hecho es lo más positivo de la crisis. La energía sobrante es muy demandada y llega a ser pública, las cucarachas salen a la luz. Pero aparquemos la crisis por un momento y prosigamos con la reflexión central de este artículo: la necesidad de analizar los esfuerzos realizados.
El reposo, la calma y la reflexión son tan necesarios como la acción. Cuando encontramos los momentos para compartir las emociones y hacer balance del esfuerzo es cuanto nos sentimos realmente bien. Pero si nos obsesionamos con el trabajo, los estudios o lo que sea y cerramos el grifo de la calma, estamos cometiendo el error más terrible porque entramos en parálisis por estrés.
¡Ah! Tengo un proyecto de ilustración que hace referencia a esta prisa estúpida.
Se llamará «CONDUCTORES». Dibujaré humanos al volante, humanos quemando petróleo con todas sus paranoias sobre ruedas. Los veo desde mi bicicleta. Hoy pensé por un momento que en un futuro no muy lejano alguien miraría mis dibujos y se asombraría de cómo se vivia en 2013, derrochando energía fósil.
Y para terminar voy a hacer una declaración.
¡Hasta tengo identidad visual para ilustrarla! Esta tortuguita que diseñó mi hija Irene cuando tenía cinco o seis añitos y que yo he convertido en imagotipo. Es el símbolo de esta reivindicación: «Dejadme ser lento, me gusta ir despacio, el culto a la velocidad es una moda del siglo pasado». YO VIAJO DESPACIO.
Me gusta.Yo también «viajo despacio «,bueno lo intento.